¿Por qué es difícil distinguir entre financiarización y juego?
La financiación extrema, etapa avanzada donde los mercados financieros dominan la economía, ha desdibujado la línea entre inversión y apuesta. Este fenómeno desplaza actividades productivas por la especulación, desvinculando la riqueza del trabajo y vinculándola a precios de activos. La digitalización, con plataformas como Robinhood, democratizó el acceso pero intensificó esta dinámica.
Surgen dos respuestas naturales: el auge socialista, que busca redistribución ante la imposibilidad de acceder a activos, y la "superapuesta", donde individuos arriesgan buscando ascenso social rápido. Esta última, impulsada por sesgos de supervivencia en redes sociales y la facilidad de apuestas en línea, crea un ciclo retroalimentativo: la financiación alimenta la desesperanza, que incrementa las apuestas, lo que a su vez profundiza la financiación.
El resultado es una economía donde el capital se desvía de innovación productiva hacia actividades de suma cero, reduciendo la movilidad social y incentivando el escapismo. Así, la financiación extrema corroe el contrato social y dificulta que la sociedad genere más de lo que consume.
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